Desafío

“Salió entonces del campamento de los filisteos un paladín, el cual se llamaba Goliat, de Gat, y tenia de altura seis codos y un palmo.   Y se paró y dio voces a los escuadrones de Israel, diciéndoles: ¿Para qué os habéis puesto en orden de batalla? ¿no soy yo el filisteo, y vosotros los siervos de Saúl?  Escoged de entre vosotros un hombre que venga contra mí.  Si él pudiere pelear conmigo, y me venciere, nosotros seremos sus siervos; y si yo pusiere más que él, y lo venciere, vosotros seréis nuestros siervos y nos serviréis.  Y añadió el filisteo:  Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo.  Oyendo Saúl y todo Israel estas palabras del filisteo, se turbaron y tuvieron gran miedo… Venía, pues, aquel filisteo por la mañana y por la tarde, y así lo hizo durante cuarenta días.  Y dijo Isaí a David su hijo: Toma ahora para tus hermanos un efa de este grano tostado, y estos diez panes, y llévalo pronto al campamento de tus hermanos.  Y estos diez quesos de leche los llevarás al jefe de los mil; y mira si tus hermanos están buenos, y toma prendas de ellos. Y Saúl y ellos y todos los de Israel estaban en el valle de Ela, peleando contra los filisteos. Se levantó, pues David de mañana, y dejando las ovejas al cuidado de un guarda, se fue con su carga como Isaí le había mandado; Y llegó al campamento cuando el ejercito salía en orden de batalla, y daba el grito de combate.  Y se pusieron en orden de batalla Israel y los filisteos, ejercito frente a ejercito.  Entonces David dejó su carga en manos del que guardaba el bagaje, y corrió al ejercito; y cuando llego, preguntó por sus hermanos, si estaban bien.  Mientras él hablaba con ellos, he aquí que aquel paladín que se ponía en medio de los dos campamentos, que se llamaba Goliat, el filisteo de Gat, salió de entre la fila de los filisteos y habló las mismas palabras, y las oyó David.  Y todos los varones de Israel que veían aquel hombre huían de su presencia, y tenían gran temor.  Y cada uno de los de Israel decía: ¿no habéis visto aquel hombre que ha salido? El se adelanta para provocar a Israel.  Al que le venciere, el rey le enriquecerá con grandes riquezas, y le dará su hija, y eximirá de tributos a la casa de su Padre en Israel.  Entonces habló David a los que estaban junto a él, diciendo: ¿qué harán al hombre que venciere a este filisteo, y quitare el oprobio de Israel? Porque ¿quién es este filisteo incircunciso para que provoque a los escuadrones del Dios viviente? … Fueron oídas las palabras que David había dicho, y las refirieron delante de Saúl; y él lo hizo venir.  Y dijo David a Saúl: no desmaye el corazón de ninguno a causa de él; tu siervo irá y peleará contra este filisteo.  Dijo Saúl a David: no podrás tu ir contra aquel filisteo, para pelear con él, porque tú eres muchacho y el un hombre de guerra desde su juventud.  David respondió a Saúl: tu siervo era pastor de las ovejas de su padre; y cuando venía un león, o un oso, y tomaba algún cordero de la manada,  salía yo tras él, y lo hería, y lo libraba de su boca; y si se levantaba contra mí, yo le echaba mano de la quijada, y lo hería y lo mataba.  Fuese león, fuese oso, tu siervo lo mataba; y este filisteo incircunciso será como uno de ellos, porque ha provocado al ejercito del Dios viviente.  Añadió David: Jehová, que me ha librado de las garras del león y de las garras del oso, El también me librará de la mano de este filisteo.  Y dijo Saúl a David: ve, y Jehová este contigo.  Y Saúl vistió a David con sus ropas, y puso sobre su cabeza un casco de bronce, y le armo de coraza.  Y ciñó David su espada sobre sus vestidos, y probo a andar, porque nunca había hecho la prueba.  Y dijo David a Saúl: yo no puedo andar con esto, porque nunca lo practiqué.  Y David echó de sí aquellas cosas.  Y tomó su callado en su mano y escogió cinco piedras lisas del arroyo y las puso en el saco pastoril, en el zurrón que traía y tomo su onda en su mano, y se fue hacia el filisteo.  Y el filisteo venía andando y acercándose a David, y su escudero delante de él.  Y cuando el filisteo miró y vio  David, le tuvo en poco; porque era muchacho y rubio, y de hermoso parecer. Y dijo el filisteo a David: ¿soy yo perro, para que vengas a mí con palos? Y maldijo a David por sus dioses.  Dijo luego el filisteo a David: Ven a mí, y daré tu carne a las aves del cielo y alas bestias del campo.  Entonces dijo David al filisteo: Tu vienes a mí con espada y lanza y jabalina; más yo vengo a ti en el nombre de Jehová de los ejércitos, el Dios de los escuadrones de Israel, a quien tú has provocado.  Jehová te entregará hoy en mi mano y yo te venceré y te cortaré la cabeza y daré hoy los cuerpos de los filisteos a las aves del cielo y alas bestias de la tierra; y toda la tierra sabrá que hay Dios en Israel.  Y sabrá toda esta congregación que Jehová no salva con espada y con lanza; porque de Jehová es la batalla, y el os entregará en nuestras manos.  Y aconteció que cuando el filisteo se levantó y echó a andar para ir al encuentro de David, David se dio prisa, y corrió a la línea de batalla contra el filisteo.  Y metiendo David su mano en la bolsa, tomo de allí una piedra, y la tiro con la honda e hirió al filisteo en la frente; y la piedra quedó clavada en la frente, y cayo sobre su rostro en tierra.  Así venció David al filisteo con honda y piedra; e hirió al filisteo; y lo mató, sin tener David espada en su mano. Entonces corrió David y se puso sobre el filisteo y tomando la espada de él y sacándola de su vaina, lo acabo de matar, y le corto con ella la cabeza.” (I Sam. 17:4-52).

Me parece propicio enseñar sobre las oportunidades que Dios nos da por medio de los gigantes.  Antes de analizar la introducción de esta lección, definamos el término gigante: Persona o cosa de gran tamaño;  enorme, excesivo o muy sobresaliente en su especie.  Ahora, veamos lo escrito anteriormente:

  1. Un Desafió: ( reto, o empresa difícil a la que hay que enfrentarse).  Israel que tenía su primer rey, se encontraba en guerra contra los filisteos.  Estos tenían un paladín (un gigante) que sencillamente desafió a todo el pueblo de Israel.  El desafío consistía en que un hombre del pueblo  de Dios pudiera vencerle.  La Biblia dice que se paraba y daba voces tarde y mañana por cuarenta días (vs. 16); y ¿Cuál fue la actitud de Israel? El silencio, no respondían, tenían pánico, miedo, terror (vs. 11) y esto los turbaba.  Cuando hay un desafío delante de nosotros (un gigante) y nuestra respuesta es el silencio  (por miedo) entonces el gigante se crece mas y se enseñorea de nosotros.  La Palabra de Dios dice que el filisteo desafió a todo el campamento de Israel.  El desafío no era exclusivo para David, sino para todos.  Pero todos callaron, todos temieron, todos dudaron, todos se turbaron, todos menos David.  El desafío (el gigante) era una oportunidad de: a. Prosperar (enriquecerse), b. Salir del anonimato, c. Formar parte de  la familia real (se casaría con la hija del rey,) etc.   Era una oportunidad también para demostrar fe en Dios, valor y coraje.  Sin embargo, ninguno aceptó, ni enfrentó el desafío, ni siquiera el rey Saúl que había sido ungido por Dios.  Preferían esconderse, antes que aprovechar la oportunidad que Dios les estaba dando para vencer.
  2. Recompensa: Cada desafío que sea enfrentado y superado traerá consigo, recompensas.  En Israel, después del desafío del gigante Goliat, el rey Saúl ofreció una recompensa para el que venciere (el que aprovecha la oportunidad).  No es solamente aceptar el desafío, sino vencerlo.  En el libro de Revelaciones (Apocalipsis); en el mensaje a las siete iglesias, se ofrece recompensa al que venciere.  Las recompensas son para los vencedores.  Pero para vencer hay que: a. Creer, b. Aceptar el desafío, c. Tener valor, d. Luchar. Todo esto lo hizo el rey David,  aceptó  y enfrentó el desafío, luchó por la recompensa y venció.

Conclusión: El desafío de Goliat, era un desafío de Dios para todo el campamento de Israel.  Los desafíos vienen disfrazados de gigantes.  Pero no olvide  que todo gigante es la oportunidad que Dios nos da de luchar y vencer obteniendo recompensas.  Tenemos varios gigantes que derribar, lo podemos hacer si nos dejamos de miedos y mirar con los ojos de la carne.  Tu tienes la oportunidad de ser parte del propósito de Dios en el Cuerpo de Jesucristo; ya que para enfrentar al gigante nos tenemos que arriesgar confiados en la victoria que Dios nos dará, necesitamos ver como Dios ve. En Israel todos veian en Goliat a un Gigante, pero David miraba como Dios: solo era un incircinciso que no tenía al Señor de su lado, y también veia en él la oportunidad de hacer algo especial, algo único, algo que los demás no se atrevían a hacer. En ocasiones el desafío se ha dado y nuestra reacción cuál ha sido: al igual que Israel con Goliat, guardar silencio, manifestar miedo y convencerse de que no puede, ¿por qué? Por nuestra falta de fe y por esta razón al igual que todo Israel muchos quedaran sin recompensa, sin elevar o sin ascender al próximo nivel, sin conquistar.  Dios les bendiga.

Rev. Leonardo Bailey

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