La preeminencia del amor

“Si yo hablase lenguas humanas y angélicas, y no tengo amor, vengo a ser como metal que resuena, o címbalo que retiñe. Y si tuviese profecía, y entendiese todos los misterios y toda ciencia, y si tuviese toda la fe, de tal manera que trasladase los montes, y no tengo amor, nada soy. Y si repartiese todos mis bienes para dar de comer a los pobres, y si entregase mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve. El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia, el amor no es jactancioso, no se envanece; no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, mas se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. El amor nunca deja de ser; pero las profecías se acabarán, y cesarán las lenguas, y la ciencia acabará. Porque en parte conocemos, y en parte profetizamos; mas cuando venga lo perfecto, entonces lo que es en parte se acabará. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, juzgaba como niño; mas cuando ya fui hombre, dejé lo que era de niño. Ahora vemos por espejo, oscuramente; mas entonces veremos cara a cara. Ahora conozco en parte; pero entonces conoceré como fui conocido. Y ahora permanecen la fe, la esperanza y el amor, estos tres; pero el mayor de ellos es el amor.” (1 Corintios 13:1-13) 

En este escrito trataré de enseñar sobre el amor, ya que estoy convencido de que sin el (el amor), no alcanzáremos la salvación.  Veamos la definición; Amor: Sentimientos de afecto, cariño y solidaridad que una persona siente hacia otra, y se manifiesta generalmente en desear su compañía, alegrarse con lo que considera bueno para ella y sufrir con lo que considera malo.  Sentimiento de afecto, inclinación y entrega a alguien o algo.  El término griego más común para todas las formas de amor en el Nuevo Testamento es agapeu o ágape.  Esta es una de las palabras menos comunes en el griego clásico (koiné), donde expresa, en las pocas ocasiones en que aparece, esa forma suprema y noble del amor, que ve algo infinitamente preciso en su objeto, y en todos los casos esta palabra esta relacionado con:  

a). El amor de Dios hacia el hombre, b). El amor del hombre hacia Dios y c). El amor del hombre hacia su prójimo.  Otra palabra griega que se utiliza en forma alterna con agapeu en el Nuevo Testamento es fileu o filos.  Se usa más naturalmente para el afecto íntimo (Jn. 11:3,36; Ap. 3:19), y para el placer de hacer cosas que resultan agradables (Mt.6:5).  Hay un tercer término, eros, del cual no nos ocuparemos hoy, para indicar el amor conyugal o erótico.  Ahora, analicemos lo escrito en 1 Cor. 13:  cualquier trabajo que hagamos para el Señor no tiene valor a no ser que vaya acompañado de amor.  En el Nuevo Testamento el Señor Jesús corrigió el pensamiento judío contemporáneo cuando: 1. Insistió en que el mandamiento de amar a los semejantes, no es una ordenanza limitativa (Lc. 10:29) como se sostenía en esos tiempos; sino que más bien significaba que el prójimo debía ser el primer objeto, por ser el más cercano del amor que constituye la característica del corazón cristiano. (Lc. 10:25-37).  2. Extendió su exigencia en cuanto a amar, hasta incluir a los enemigos y los perseguidores (Mt.5:44; Lc. 6:27).  De manera que:

I-Los Dones deben estar Acompañados del Amor:  tanto el hablar en lenguas, profetizar, conocer grandes misterios, saberlo todo, y tener fe, sin amor, viene a ser lo mismo que nada.   El ejercicio de estos dones, sin el ingrediente del amor se volvía  insípido e insignificante.  Tres veces se repita la frase: «si no tengo amor» (13:1,2,3), y en cada una de ellas presenta el resultado negativo: «Vengo a ser como metal que resuena o címbalo que retiñe» (13:1); «Nada soy» (13:2); «De nada me sirve» (13:3). Muchos cristianos se afanan por ser líderes, aparecer ante los hombres, tener misterios, y tener o ejercer dones espirituales, sin el elemento más importante según Dios: el del amor, equivocando sus acciones y engañados por los propios dones, ya que ellos (Los cristianos), los califican (a los dones) como el favor y la aprobación de Dios.

II- Las Buenas Obras deben estar Acompañadas de Amor:  El apóstol Pablo enseñó que no sólo los dones, sino también las buenas obras, debían contener el ingrediente maravilloso del amor, ya que dijo: Si repartiese todos mis bienes y si entregaste mi cuerpo para ser quemado, y no tengo amor, de nada me sirve (13:3).  Otro error de algunos cristianos, es creer que hacer buenas obras complace a Dios. Hay personas que ayudan a los pobres (los políticos), ofrendan generosamente, comparten lo que tienen, pero: no tienen amor. No lo hacen por amor, sino por la convicción de que Dios al verlos los recompensará, es decir, por interés. El apóstol Pablo dijo sobre esto: de nada sirve. Lo Importante para Dios es el amor, es que nos amemos unos a otros. Amar es ocuparse del prójimo, es compartir con esta preciosidad, ayudar, consolar, etc. Todos debemos entender de una buena vez, que lo contrario al amor es el odio, desprecio, desdén, egoísmo, etc.  Somos hijos del Dios vivo que es amor; es decir, que somos hijos del Amor (amén), por lo tanto practiquemos el amor. Amor es renunciar, es perder, es entregar, amar es agradar a Dios.

III- Amor es un Mandamiento:  Tanto del Padre: No te vengarás, ni guardarás rencor a los hijos de tu pueblo, sino amarás a tu prójimo como a ti mismo. Yo Jehová. (Lv. 19:18); como del Señor Jesús (del hijo): Un mandamiento nuevo os doy: «Que os améis unos a otros; como yo os he amado, que también os améis unos a otros.  En esto conocerán todos que sois mis discípulos, si tuviereis amor los unos con los otros.» (Jn. 13:34-35).   El creyente debe entender que amar (el amor) no es una opción, sino una obligación que demanda nuestro Dios de todos sus hijos.

Conclusión: El amor no sólo es una palabra; también se tiene que manifestar con hechos. Creo que todos de alguna manera hemos descuidado este aspecto (el del amor), y el Señor nos está haciendo un llamado a corregir y a amar.  Leamos y aprendamos lo escrito en Mt. 7:12: «Así que, todas las cosas que queráis que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es la ley y los profetas.» Esto es el amor. Tener ministerios, dones, talentos, posiciones, posesiones, y no tener amor, es igual a no tener nada. La excelencia de la fe, se proyecta en el amor hacia Dios y hacia nuestro prójimo. Cuando el señor vuelva, muchos serán sorprendidos pensando que eran salvos, más siendo condenados.  ¿Por qué? Por falta de amor: «Entonces dirá también a los de la izquierda: Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; fui forastero, y no me recogisteis; estuve desnudo, y no me cubristeis; enfermo, y en la cárcel, y no me visitasteis. Entonces también ellos le responderán diciendo: Señor, ¿Cuándo te vimos hambriento, sediento, forastero, desnudo, enfermo, o en la cárcel, y no te servimos? Entonces les responderá diciendo: De cierto os digo que en cuanto no lo hicisteis a uno de estos más pequeños, tampoco a mí lo hicisteis. E irán éstos al castigo eterno, y los justos a la vida eterna. (S. Mateo 25:41-46). Amar es entregar, compartir, servir, ayudar, perdonar, y procurar lo bueno para los demás. Concluyo afirmando que no amar al prójimo es pecado. La Biblia dice que: el que dice que esta en la luz, y aborrece a su hermano, esta todavía en las tinieblas. El que ama a su hermano, permanece en la luz… (I Jn.2:9-10).

Dios les bendiga.

Rev. Leonardo Bailey

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