Las Armas de Nuestra Milicia

“Pues aunque andamos en la carne, no militamos según la carne; porque las armas de nuestra milicia no son carnales, sino poderosas en Dios para la destrucción de fortalezas… (I Co. 10:3-4)”.

El ser parte del cuerpo de Cristo, nos hace a la vez parte del ejercito de Dios. Enfrentamos una guerra a muerte que se libra en el mundo espiritual, pero se refleja en el mundo material o físico. Así es, estamos sosteniendo o siendo parte de una gran batalla contra el enemigo de Dios y sus aliados. El apóstol Pablo lo reveló en la carta a los Efesios cuando dijo: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne (hombres), si no contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.  Por tanto, tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo estar firmes”.  (Ef. 6:12-13).  Si usted lee con el entendimiento, observará que Pablo enseña que:  tenemos lucha (guerra o batalla) contra seres espirituales que no vemos con los ojos físicos, y que son mas poderosos que los hombres.  Entonces, si todos estamos conscientes de que:  1. Hay una guerra en el mundo espiritual, 2. Hay ejércitos librando esta batalla, 3. Nosotros no somos ajenos o indiferentes a esta realidad, y 4. Hay armas que se utilizan en este conflicto; entonces cambiaremos nuestro modo de pensar y actuar (en la carne); y procederemos espiritualmente, sin descuidos, ni errores, y venceremos en esta batalla.  Lo mejor de participar en esta guerra es que:  Dios está de nuestro lado. Por esta razón tenemos la victoria asegurada.  No obstante, es una lucha que hay que librar (pelear).  La victoria depende de nuestra actitud ante la realidad de nuestra situación.  Tenemos un enemigo que lo único que desea es nuestra destrucción y muerte.  El Señor Jesús dijo que.  “El ladrón no viene sino para hurtar, matar y destruir”.  (Jn. 10:10).  Detrás de cada problema físico (Ejemplos:  enfermedades, ruina, deudas, violencia familiar, etc.), Hay un problema espiritual.  Y debemos dar solución en los ámbitos, tanto el físico, como en el espiritual.  Aún cuando Dios está con nosotros en esta lucha; él, espera que hagamos nuestra parte.  En otras palabras, la victoria que Dios nos da, dependerá también de nuestro esfuerzo.  El (Dios) nos ha dado armas que garantizan la victoria en esta guerra.  Generalmente todos los soldados que salen a la guerra llevan armas, las cuales le ayudarán a alcanzar la victoria.  Casi siempre estas armas son pesadas, pero igual hay que llevarlas.  En las guerras convencionales (humanos) los soldados jamás abandonan sus armas porque estás, sumadas a su esfuerzo, son las que le garantizan la victoria.  Analicemos algunas de las armas que Dios nos ha dado:

I. La palabra de Dios:  es la espada del Espíritu (ef. 6:17).  Es también nuestra luz (lámpara) que nos guía y guarda de tropezar (sal. 119:105).  Es necesaria para la vida del hombre (Lc. 4:4), por ella fue constituido el universo (He. 11:3).  Es el arma mas poderosa que tiene el cristiano.  Siempre está a nuestra disposición, y nunca falla.  Por eso es importante que.  a. La leamos, b. La estudiemos, c. La meditemos y d. La memoricemos.  En ella está la respuesta a todos nuestros problemas y tiene el secreto para ganar todas las batallas.  Un creyente que no conoce, ni usa la palabra de Dios está perdiendo su guerra.

II. La oración:  Aún, cuando ya hemos enseñado y repetido una y otra vez nuestra necesidad de orar siempre; tengo que añadir a la oración como parte de las armas que están a nuestra disposición. Una persona que ora constantemente, obtendrá la victoria en cualquier batalla.  Al orar dominamos a nuestros adversarios y nos dominamos a nosotros mismos.  Fracasaremos en cualquier intento de luchar contra el enemigo, sino utilizamos el poder de la oración.  Necesitamos permanecer “Orando en todo tiempo con toda oración y súplica en el Espíritu, y velando en ello con toda perseverancia”.  (Ef. 6:18).

III. La alabanza (adoración):  Alabar a Dios sobre todo en circunstancias adversas, produce tremendos resultados.  La Biblia registra un hecho sorprendente, donde Pablo y Silas se encontraban en una situación desfavorable, pues estaban presos, azotados, y encadenados por los enemigos de la fe; no obstante, la Biblia dice: “pero a la medianoche, orando Pablo y Silas cantaban himnos a Dios; y los presos los oían.  Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas y las cadenas de todos se soltaron”.  (Hch. 16:25-26).  ¡Que tremendo! Al entonar himnos a Dios, Dios les respondió.  El canto a Jehová es tenido en la Biblia como símbolo de victoria en el pueblo de Dios.  Dios habita (vive) en medio de la alabanza.  El rey David, lo establece ordenándolo y repitiéndolo una y otra vez en los salmos. 

IV. Ayuno:  Aún cuando hoy, muchas personas sostienen que esta es una práctica antigua, que no es necesario realizar, porque ya Jesús pagó el precio; diré que quien piensa de tal manera, comete un error ignorando las escrituras.  Cuando los fariseos y los discípulos de Juan le preguntaron al Señor: ¿Por qué los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan y tus discípulos no ayunan?  Jesús les dijo: ¿Acaso pueden los que están de bodas ayunar mientras está con ellos el esposo?  Entre tanto que tienen consigo al esposo no pueden ayunar.  Pero vendrán días cuando el esposo les será quitado, entonces en aquellos días ayunarán (Mr. 2:19-20).  La Biblia también enseña que la primera iglesia ayunaba.  Veamos la ocasión: “Había entonces en la iglesia que estaba en Antioquia, profetas y maestros …ministrando éstos al Señor y ayunando, dijo el Espíritu Santo:  Apartadme a Bernabé y a Saulo para la obra a que los he llamado.  (Hch. 13:1-2).  El ayuno es uno de los grandes recursos que tiene la iglesia para conquistar al enemigo.  La historia de la iglesia enseña que ella (la iglesia) ha avanzado a través de siglos utilizando las armas espirituales entre ellas el ayuno.  Por esto concluimos nuestro ayuno de tres días en el día de hoy, seguros de que Dios nos ha visto, oído y nos será propicio.  Tengo que felicitar a todos los hermanos que estan participando de los tres días de ayuno con agua, Dios les bendecirá.

V. La fe:  Aún cuando he dejado esta arma en último lugar; es el arma más importante para la victoria.  Sin fe, la palabra no entra en acción, sin fe la oración no recibe respuestas, sin fe la alabanza se hace hueca y vacía, sin fe el ayuno no tiene ningún efecto.  Sencillamente sin fe es imposible agradar a Dios. (He. 11:6).  La Biblia dice: “…y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe”. (I Jn. 5:4).  También dice que: “…el justo por su fe vivirá”. (Hab. 2:4).  Es la fe que tiene obras, que cree, confía, y espera.  De nada valdrá nuestras oraciones, ayunos, alabanzas y predicaciones de la palabra, si no hay fe.  Fe está en creer lo que Dios dice.

Amado Hermano:  El poder de todas las armas de nuestra milicia, radica en la fe.  Abraham, Moisés, Josué, David, Elías y otros necesitaron fe para vencer a sus enemigos.  Pero la fe sin obras es muerta (Stg. 2:20).  Es necesario respaldar la fe con la oración, ayuno, vigilia, acciones de gracias, etc. Nos ha hablado por su palabra, visiones, profecías, y con hechos contundentes que nuestros ojos han visto.  Utilicemos las armas que están a nuestra disposición para la destrucción de fortalezas.  Pero sobre todo creamos a Dios sin dudar nada; aceptemos los retos que tenemos por delante, conquistemos a los gigantes, y participemos de las victorias que el Señor nos dará (sin olvidar las que ya nos ha dado

Dios le bendiga.

Rev. Leonardo Bailey

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