“Grandes multitudes iban con él; y volviéndose, les dijo: Si alguno viene a mí, y no aborrece a su padre, y madre, y mujer, e hijos, y hermanos, y hermanas, y aun también su propia vida, no puede ser mi discípulo. Y el que no lleva su cruz y viene en pos de mí, no puede ser mi discípulo. Porque ¿quién de vosotros, queriendo edificar una torre, no se sienta primero y calcula los gastos, a ver si tiene lo que necesita para acabarla? No sea que después que haya puesto el cimiento, y no pueda acabarla, todos los que lo vean comiencen a hacer burla de él, diciendo: Este hombre comenzó a edificar, y no pudo acabar. ¿O qué rey, al marchar a la guerra contra otro rey, no se sienta primero y considera si puede hacer frente con diez mil al que viene contra él con veinte mil? Y si no puede, cuando el otro está todavía lejos, le envía una embajada y le pide condiciones de paz. Así, pues, cualquiera de vosotros que no renuncia a todo lo que posee, no puede ser mi discípulo.”
Siendo que Dios nos está hablando para que nos acerquemos a él y que le sirvamos, hoy quisiera considerar lo que cuesta seguir a Cristo. Tengo que aclarar que no es lo mismo ir (estar) con Cristo, que seguir a Cristo. El Señor Jesús estuvo consciente de esto, cuando al ver a las grandes multitudes que iban con El, se volvió para hacerles una advertencia. Analicemos:
I- Ser sus discípulo: Nuestra principal meta al estar con Cristo debe ser hacernos sus discípulos (alumnos). Un discípulo es en efecto, uno que aprende e imita de a su maestro. El verdadero creyente se convertirá en un discípulo de Cristo, o dicho de otra manera, un alumno de Cristo. Muchos pueden estar caminando con Cristo, como las multitudes que registra Lc.14:25, sin ser discípulo del Señor. Al igual que hace mas o menos dos mil años, la gran mayoría de la gente, solo sigue a Cristo por conveniencia o por interés; pero sin ningún compromiso. Esto (un compromiso serio) fue a lo que se refirió el Señor Jesús, cuando estableció las condiciones para ser sus discípulos: 1. Venir a Él: Si alguno viene a mi (Lc. 14:26). La frase “viene a mi” es una referencia al que quiere unirse a Cristo en una relación intima y voluntaria de discipulado. Para ir a Él, hay que tomar una decisión (decidir) libre y voluntaria. 2. Amarlo a Él: Amarle es ponerle sobre todas las personas y todas las cosas. La relación con Cristo, tenía y tiene que ser de la más alta prioridad; mas aun que la de la relación familiar, o que el aprecio que uno tenga por su propia vida. Es inadmisible que una persona, o un familiar compita con Cristo por ocupar el lugar de preeminencia en el corazón del discípulo. 3. Aborrecer todo lo demás: El término aborrecer puede significar: a. Amar menos y b. Rechazar o no tolerar. Para nosotros aborrecer es amar menos, o menospreciar (dar un valor secundario) a nuestra propia vida, deseos, familiares, amistades, metas, etc. 4. Tomar la cruz: Aunque los discípulos de Cristo no son todos crucificados, sin embargo, todos llevan su cruz y deben llevarlas en el camino del deber. La cruz habla de negarnos a nosotros mismos, sufrir y morir, para vivir en Cristo Jesús. La cruz habla del dolor, sufrimiento, tristeza, y las penurias que debemos de ser capaces de soportar y superar, para alcanzar la victoria en el camino de la fe. Al tomar la cruz, hay que ir en pos de Él (obedecerle y rendirse a Él) Lc. 14:27. 5. Renunciar a todo: Para ser sus discípulos, necesitamos tener la capacidad para renunciar a cualquier cosa. En algún momento de nuestras vidas, Dios nos invitará a renunciar a algo o alguien, para seguirlo a Él. Renunciar, también es abandonar o dejar algo para seguirlo a Él. Renunciar es rendirse ante Dios. Este aspecto (el de la renuncia) es tal vez el mas difícil para el creyente; pero el mas importante. Lea Lc. 14:33. 6. Amarnos unos a otros: Jn. 13:35, Si nuestro Dios nos amó y nos ama, a pesar de ser malos (pecadores); entonces debemos imitarle y amarnos entre nosotros mismos independientemente de nuestros pecados o faltas. El amor entre nosotros demuestra que somos verdaderos discípulos de Cristo. 7. Servirle: El Señor dijo: Si alguno me sirve, sígame; y donde yo estuviere, allí también estará mi servidor. Si alguno me sirviere, mi Padre le honrará. (Jn. 12:26). El propósito fundamental del discipulado es el servicio a Dios en pro de las almas. Algunos quieren ser discípulos de Cristo, sin servir a Cristo; esto es imposible.
II- Considerar el camino de la fe: Considerar es calcular, estudiar, analizar con detenimiento sobre algo. Nuestro Salvador explica esto con dos símiles. El sentido común enseña a los hombres a no empezar alguna obra costosa, sin ver primero si tiene con que terminarla. Y que el que hace lo contrario, se expone a la burla general. Tampoco emprenderá guerra algún potentado, contra otra potencia, sin asegurarse primero de que a pesar de las grandes ventajas, podrá resistir al enemigo; pero si no tiene esperanza de hacer esto, sentirá que no le queda otro remedio que concertar un acuerdo en las mejores condiciones posibles, sin ir a la guerra. El ser un discípulo de Cristo, no es cosa insignificante. El propósito de la ilustración de Lc. 14:28-32, no era que sus oyentes desistieran de edificar o ir a la guerra; sino que reconocieran el costo y el riesgo que debían pagar o correr. Ahora, es importante conocer que nuestros recursos propios no son suficientes para construir la torre de la fe; como tampoco lo son para enfrentar a un enemigo numeroso o poderoso (en el mundo espiritual). El discípulo de Cristo, debe pelear batalla tras batalla en la guerra espiritual. Imprescindible es pelear. Inútil es evitarlo e imposible ganar con recursos propios, porque nuestra lucha no es contra sangre ni carne (no es contra hombres) Ef. 6:12. Nuestro enemigo es mas fuerte que nosotros, así que es necesario depender de Dios absolutamente.
Amado Hermano: La Biblia enseña que el justo se salva con dificultad (I Ped. 4:18). Ser un discípulo de Cristo no es fácil, cuesta, pero es lo mejor. Creo con todo mi corazón que en este año, muchos que solo iban, o seguían a Cristo por sus propios intereses, se convertirán en verdaderos discípulos del Señor. Creo que muchos le buscaran en oración, permanecerán en el templo, le servirán, testificarán de Él, se perdonarán y amarán unos a otros. Ser un discípulo de Cristo cuesta. Para serlo hay que ser fieles, pacientes, perseverantes y determinados. Ser un discípulo de Cristo, no es jugar a la religión, ni hacer lo que yo quiero sino lo que el Señor quiere. Ser un discípulo de Cristo es renunciar, es morir, es negarnos a nosotros mismos, es cambiar de actitud y forma de pensar, es servir al Señor haciendo discípulos. Ser un discípulo de Cristo es poner primero a Cristo (sobre nuestra familia, carrera, empleos, estudios, amigos, metas). Para ser un discípulo de Cristo, necesitamos amar a nuestro prójimo (aun a nuestros enemigos) e insisto, perdonar. Propóngase en lo que falta del año ser un discípulo de Cristo cueste lo que cueste, porque esa es la voluntad de Dios.
Dios le bendiga.