Repartición

Repartir: Dar a cada una de las personas que forman un grupo la parte que les corresponde de determinada cosa.

Me ha parecido bien, enseñar por medio de este escrito para la edificación de mucho.  Al respecto debo subrayar algunos aspectos fundamentales:

  • Dios es Fiel y su Palabra verdadera: I Cor. 1:9 dice: “Dios es fiel. Y significa que Dios es alguien en quien uno puede apoyarse en total confianza.  Él es firme tanto en efecto como en solidaridad.  Él es firme en su voluntad de cumplir sus promesas y en llevar a cabo lo que ha dicho.  Cuando Él dice que hará algo, no hay duda alguna que así será.  Hay obstáculos, fuerzas, o ser que puede impedirle realizar lo que ha dicho que haría.  Una vez Dios habla, es imposible que esas palabras regresen sin completar la tarea para la cual fueron enviadas (Is. 55:11).  Dios es constante y leal, fiel en cumplir sus promesas II Cor. 1:20 dice: Porque todas las promesas de Dios son en Él sí, y en Él amén, por medio de nosotros para la gloria de Dios.  Jesús dijo: El Cielo y la Tierra pasarán, pero mis palabras no pasarán (Mt.24:35).  Isaías 40:8 dice:  Secase  la hierba, marchitase la flor, mas la palabra del Dios nuestro permanece para siempre.
  • Los Tiempos y Formas de Dios: Tanto el tiempo como la forma de Dios, es diferente al tiempo o la forma del hombre.  Al respecto Dios dice: porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Jehová.  Como son mas altos los cielos que la tierra, así son mis caminos mas altos que vuestros caminos, y mis pensamientos mas que vuestros pensamientos.  (Is. 55:8-9).  Este texto establece un claro contraste entre la mente y los hechos de Dios versus la mente y los hechos del hombre.  Pienso que está mas que obvio que los caminos y pensamientos de Dios son mas altos (en todos los sentidos) al del hombre.  Esto perturba y confunde a mucha gente ya que no logran disfrutar de los actos de Dios: piensan que el vendrá por la puerta y Él lo hace por la ventana; luego le esperan por la venta y Él les sorprende por el techo.  En ocasiones Dios dice una cosa y yo entiendo otra, según lo que me convenga.
  • La Repartición Bíblica: Cuando hablamos de repartir bendición, inmediatamente pensamos en bienes materiales como lo son: auto, casas, dinero, oro, tierras, y a veces relaciones amorosas. No obstante la bendición bíblica, o de Dios es muy diferente a estas cosas, ya que abarca muchísimo mas, como lo es: la relación con Dios, la familia, el gozo, la paz, salud, etc.  quiero usar como ejemplo de la repartición (de bendición) de Dios: “Aconteció que cuando Isaac envejeció, y sus ojos se oscurecieron quedando sin vista, llamó a Esaú su hijo mayor, y le dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí. Y él dijo: He aquí ya soy viejo, no sé el día de mi muerte. Toma, pues, ahora tus armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y tráeme caza; y hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré, para que yo te bendiga antes que muera. Y Rebeca estaba oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú al campo para buscar la caza que había de traer.  Entonces Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo: Tráeme caza y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga en presencia de Jehová antes que yo muera. Ahora, pues, hijo mío, obedece a mi voz en lo que te mando.  Ve ahora al ganado, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré de ellos viandas para tu padre, como a él le gusta; y tú las llevarás a tu padre, y comerá, para que él te bendiga antes de su muerte. Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú mi hermano es hombre velloso, y yo lampiño. Quizá me palpará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí maldición y no bendición. Y su madre respondió: Hijo mío, sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz y ve y tráemelos. Entonces él fue y los tomó, y los trajo a su madre; y su madre hizo guisados, como a su padre le gustaba.  Y tomó Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que ella tenía en casa, y vistió a Jacob su hijo menor;  y cubrió sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, con las pieles de los cabritos; y entregó los guisados y el pan que había preparado, en manos de Jacob su hijo. Entonces éste fue a su padre y dijo: Padre mío. E Isaac respondió: Heme aquí; ¿quién eres, hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú tu primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas.  Entonces Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo mío? Y él respondió: Porque Jehová tu Dios hizo que la encontrase delante de mí. E Isaac dijo a Jacob: Acércate ahora, y te palparé, hijo mío, por si eres mi hijo Esaú o no. Y se acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo: La voz es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú. Y no le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de Esaú; y le bendijo. Y dijo: ¿Eres tú mi hijo Esaú? Y Jacob respondió: Yo soy. Dijo también: Acércamela, y comeré de la caza de mi hijo, para que yo te bendiga; y Jacob se la acercó, e Isaac comió; le trajo también vino, y bebió. Y le dijo Isaac su padre: Acércate ahora, y bésame, hijo mío.  Y Jacob se acercó, y le besó; y olió Isaac el olor de sus vestidos, y le bendijo, diciendo: Mira, el olor de mi hijo, Como el olor del campo que Jehová ha bendecido; Dios, pues, te dé del rocío del cielo, Y de las grosuras de la tierra, Y abundancia de trigo y de mosto. Sírvante pueblos,
    Y naciones se inclinen a ti; Sé señor de tus hermanos, Y se inclinen ante ti los hijos de tu madre. Malditos los que te maldijeren, Y benditos los que te bendijeren.  
     Y aconteció, luego que Isaac acabó de bendecir a Jacob, y apenas había salido Jacob de delante de Isaac su padre, que Esaú su hermano volvió de cazar.  E hizo él también guisados, y trajo a su padre, y le dijo: Levántese mi padre, y coma de la caza de su hijo, para que me bendiga. Entonces Isaac su padre le dijo: ¿Quién eres tú? Y él le dijo: Yo soy tu hijo, tu primogénito, Esaú. Y se estremeció Isaac grandemente, y dijo: ¿Quién es el que vino aquí, que trajo caza, y me dio, y comí de todo antes que tú vinieses? Yo le bendije, y será bendito. Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy grande y muy amarga exclamación, y le dijo: Bendíceme también a mí, padre mío. Y él dijo: Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición.  Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí?  Isaac respondió y dijo a Esaú: He aquí yo le he puesto por señor tuyo, y le he dado por siervos a todos sus hermanos; de trigo y de vino le he provisto; ¿qué, pues, te haré a ti ahora, hijo mío? Y Esaú respondió a su padre: ¿No tienes más que una sola bendición, padre mío? Bendíceme también a mí, padre mío. Y alzó Esaú su voz, y lloró. Entonces Isaac su padre habló y le dijo: He aquí, será tu habitación en grosuras de la tierra, Y del rocío de los cielos de arriba; Y por tu espada vivirás, y a tu hermano servirás; Y sucederá cuando te fortalezcas, Que descargarás su yugo de tu cerviz. (Gn.27:1-40)  En este pasaje observamos a un Isaac viejo y a punto de morir pero que quiere repartir bendición a su hijo antes de la partida.  Observemos algunas cosas:  Isaac antes de repartir bendición exigió esfuerzo.  Le demandó a Esaú primero que fuera a cazar un animal (una ofrenda) y luego que se lo preparara como a el le gusta (27: 3-4).  Sin esfuerzo nadie recibirá repartición de Dios.  b. La Obediencia de Jacob a su madre (27: 8-14).  Aunque Jacob era ajeno que se iba a dar; la pudo disfrutar por obedecer a su madre (muchos querían repartición sin obedecer a su pastor).  c. Se acercó a su padre (27:21-22).  Muchos querían de la repartición del padre lejos de Él o alejándose de Él.  d. Besar al padre (27:26-27)  Esto habla de la adoración a Dios.  Dios busca adoradores… (Jn. 4:23-25).
  • La Repartición: Nadie que lea Gn. 27 puede dudar de que Isaac le repartió bendición a sus hijos; pero aquí lo increíble es que no les dio oro, plata, tierras, o bienes materiales como casas, autos; les repartió palabra, ¿leyó usted bien? Repito que Isaac bendijo a sus hijos con una palabra profética, que permanece hasta hoy. Me llama poderosamente la atención que ambos hijos procuraron esta bendición como si fuera una herencia de millones de dólares; tanto fue así que Esaú al darse cuenta que su hermano había llegado antes que él y le había robado prácticamente la bendición, lloró amargamente  (27:38). 

Conclusión: Dios nos reparte bendición, pero no la vemos, y lo que es más grave: no lo escuchamos.  Luego de la repartición de la palabra, viene el cumplimiento con las añadiduras como lo son todas las clases de bienes materiales.  Por todo lo antes expuesto debemos agradecer a Dios por habernos dado tanto; y exhorto a los que se distanciaron o enfriaron recordándoles que no hay nada más valioso en el mundo que sus almas.

Dios les bendiga.

Rev. Leonardo Bailey

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