Testigos de Dios

“Vosotros sois mis testigos, dice Jehová, y mi siervo que yo escogí, para que me conozcáis y creáis, y entendáis que yo mismo soy; antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí.” (Is. 43:10); “Yo anuncié, y salvé, e hice oír, y no hubo entre vosotros dios ajeno. Vosotros, pues, sois mis testigos, dice Jehová, que yo soy Dios.” (Is.43:12); “No temáis, ni os amedrentéis; ¿no te lo hice oír desde la antigüedad, y te lo dije? Luego vosotros sois mis testigos. No hay Dios sino yo. No hay Fuerte; no conozco ninguno.” (Is.44:8); “pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra.”(Hch. 1:8); “El Dios de nuestros padres levantó a Jesús, a quien vosotros matasteis colgándole en un madero. A éste, Dios ha exaltado con su diestra por Príncipe y Salvador, para dar a Israel arrepentimiento y perdón de pecados. Y nosotros somos testigos suyos de estas cosas, y también el Espíritu Santo, el cual ha dado Dios a los que le obedecen.” (Hch. 5:30-32).


Testigo: persona que está presente en un acto, una acción o una declaración, con o sin intención de testificar de lo que ha ocurrido u oído. Esta persona es consciente de hechos que conoce y que son considerados relevantes en un juicio o para la resolución de un asunto objeto de controversia; la declaración de esta persona recibe el nombre de testimonio. El testigo puede se presencial (aquel que ha estado presente en el hecho ocurrido) o no presencial (aquel que declara sobre algo que ha oído o le han contado). El acto de dar esta declaración es conocido como: TESTIFICAR, derivado del latín testificare, palabra compuesta de: a. Testis (testigo) y b. Ficare (hacer). De manera que testificar es dar a conocer o explicar unos hechos en juicio; o afirmar con seguridad una cosa, especialmente si se ha visto u oído. Luego de aclarar estos conceptos, puedo afirmar que testificar tiene que ver con:

1. Lo que vemos, 2. Lo que oímos, 3. Lo que Vivimos. En los versículos escritos al inicio de esta nota, podemos observar que Dios está interesado en que su pueblo (nosotros) sea sus testigos, o dicho de otra forma: Dios espera que testifiquemos de Él. Como ya he señalado antes (en nuestras reuniones), para testificar de Dios no es necesario haber recibido algún gran milagro (aunque puede ser) como algunos piensan o pensaban (dicho de otra forma, no es necesario que hayamos visto alguna señal o prodigio); con haber escuchado (oído) la Palabra de Dios, ya calificamos como testigos para dar fe de su amor, misericordia, gracia, bondad y poder de Dios. El testimonio trae a la luz actos y verdades que están ocultas al mundo. Quisiera señalar que en algunas ocasiones el testigo prefiere callar u ocultar los hechos, y cuando esto ocurre se hace cómplice de hechos delictivos y esta acción es calificada como maldad, egoísmo, crueldad y cobardía, ya que va en detrimento de los que no conocen los hechos. Por esta razón los creyentes o cristianos no pueden callar acerca del evangelio (Buenas Nuevas) de Jesucristo. Imitemos a los apóstoles Pedro y Juan, quienes fueron intimidados por las autoridades civiles y religiosas para que no testificaran más de Jesucristo, a lo que ellos respondieron: …juzgad si es justo delante de Dios obedecer a vosotros antes que a Dios, porque no podemos dejar de decir (testificar) lo que hemos visto y oído (Hch. 4:20). Iglesia Bendición: Nosotros no podemos dejar de decir lo que vemos y oímos en este lugar.

El testificar: 1. Da gloria al nombre de Dios y expande su reino en la tierra. 2. Inspira, da fe y esperanza a los oyentes. 3. Despierta la curiosidad sobre lo testificado. Veamos un ejemplo del poder de testificar de Dios: “Y dijo el rey: Traedme una espada. Y trajeron al rey una espada. En seguida el rey dijo: Partid por medio al niño vivo, y dad la mitad a la una, y la otra mitad a la otra. Entonces la mujer de quien era el hijo vivo, habló al rey (porque sus entrañas se le conmovieron por su hijo), y dijo: ¡Ah, señor mío! dad a ésta el niño vivo, y no lo matéis. Mas la otra dijo: Ni a mí ni a ti; partidlo. Entonces el rey respondió y dijo: Dad a aquélla el hijo vivo, y no lo matéis; ella es su madre. Y todo Israel oyó aquel juicio que había dado el rey; y temieron al rey, porque vieron que había en él sabiduría de Dios para juzgar. (I Ry. 3:24-28). Salomón siendo un rey joven pidió sabiduría a Dios y Dios se la concedió (I Ry. 3:5-14) y en un acto público en el palacio del rey, una decisión sabia evita que una madre sea despojada de su hijo por parte de una mujer perversa. Este hecho se expandió inmediatamente por todo Israel (I Ry. 3:28), pero la pregunta es ¿Cómo todo Israel se enteró de esta acción sabia del Rey? Sencillamente porque los testigos presenciales, salieron del palacio, y divulgaron (hablaron, testificaron) este hecho en medio de sus familiares, amigos y vecinos. Aunque en Israel no había medios de comunicación (prensa, radio, televisión), ni redes sociales (Facebook, Twitter, Instagram, etc.), todo Israel conoció que, en Salomón había Sabiduría de Dios para juzgar, y luego esta información se expandió por todo el mundo, ¿Por qué? Porque los que fueron testigos de este hecho, no callaron, sino que (repito) hablaron y testificaron algunos de los que vieron (en el palacio), y otros de los que les habían contado los que estaban en el palacio.
Amado Hermano: Debo insistir en esta lección ya que considero que no ha calado en el corazón de los discípulos de Cristo (es decir, que han leído, han oído, pero no han obedecido) y en este sentido puedo decir como el apóstol Pablo: …A mi no me es molesto el escribiros las mismas cosas, y para vosotros es seguro (Fil. 3:1). Dios dijo: “Vosotros sois mis testigos…” y Jesucristo dijo: “…me seréis testigos” el no testificar es desobedecer a Dios y no cumplir con su propósito en nuestras vidas. Testifiquemos todos de la Palabra que Dios nos da en este lugar, testifiquemos todos de la presencia de Dios en esta casa, testifiquemos todos de lo que ocurre entre nosotros en cada servicio, testifiquemos en nuestras casas, con nuestros vecinos, entre nuestros compañeros de colegio, universidades y empleos. Seamos agradecidos con Dios, y valientes, y no nos avergoncemos del Evangelio. Testifiquemos de las Buenas Nuevas (El Evangelio) de Jesucristo a toda persona. Testifiquemos en las redes sociales y demos gloria a Dios, para que los oyentes o lectores sepan y entiendan que Dios le ama y que está aquí. Gracias a Dios algunos hermanos han despertado y ya están testificando de Dios y su Palabra. Testifiquemos todos porque el no hacerlo es maldad, egoísmo, cobardía, ingratitud y por ende, pecado.

Adoptemos la decisión de los apóstoles Pedro y Juan, y obedezcamos a Dios testificando de lo que hemos visto y oído. Finalmente diré que en mi opinión algunos no testifican de Dios porque les da vergüenza que el mundo sepa que son cristianos; es decir, son cristianos ocultos o incognitos quienes cobardemente ocultan la Palabra y las bendiciones de Dios; a ellos les obsequio lo escrito por el apóstol Pablo cuando dijo: Porque no me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree… (Ro. 1:16). Lamentablemente cuando los verdaderos testigos callan dan a lugar a testigos falsos, enseñanzas falsas y lugar a que se imponga la mentira (y eso es exactamente lo que esta ocurriendo en la actualidad en las redes sociales; los hijos de Dios han callado y han evitado testificar; y los hijos del Diablo se han aprovechado y han invadido las redes sociales con mentiras, falsas doctrinas, falsas profecías, etc.
Dios le bendiga.

Rev. Leonardo Bailey

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