Hace unos días Duy, un cristiano recién convertido, casi muere asesinado por su propio hermano. Un día antes del suceso, Duy y su familia aceptaron a Cristo como su salvador. Aquello enfureció a su hermano y a algunos vecinos, así que, al día siguiente, fueron temprano a su casa.
«Mataremos a todos los cristianos del pueblo y nadie podrá detenernos», decían para sí.
Cuando encontraron a Duy lo llevaron fuera de su casa y lo golpearon duramente. Duy se desmayó y sufrió una herida en la cabeza.
Algunas personas lo encontraron y lo llevaron al hospital. Cuando despertó, a las 15:00, no sabía qué hacía allí. Fue entonces cuando los líderes del pueblo le presionaron para dejar su fe, le dijeron.
Pero Duy se mantuvo firme a las presiones y no negó a Cristo. Además, la visita de su pastor y de otros miembros de la congregación animó a su familia a permanecer fuerte y dejar atrás a Jesús. Como no podía pagar, le dieron inmediatamente el alta, ya que no podía afrontar los gastos.
Por el momento, permanece en casa tratando sus heridas con remedios tradicionales